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¿Cuáles son los efectos a largo plazo de la COVID-19?

9 min read  |  julio 24, 2020  | 
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Para muchos de los que contraen el nuevo coronavirus, las manifestaciones de la enfermedad tienden a ser leves y moderadas, con mejoría en un par de semanas. Pero para aquellos que sobreviven a la COVID-19 después de la intubación y una estadía prolongada en el hospital, las consecuencias para la salud pueden durar mucho después de ser dados de alta.

La COVID-19 está demostrando ser mucho más que una enfermedad respiratoria. Puede afectar órganos más allá de los pulmones, desde la piel hasta los riñones, lo que puede crear problemas de salud a largo plazo.

“A los pacientes les puede llevar meses sentirse como antes”, dice Roger A. Alvarez, D.O., neumólogo del University of Miami Health System. “Pero es demasiado pronto para saber si lo que estamos viendo será un daño permanente”.

Además, el mundo científico ni siquiera está seguro de qué tipo de inmunidad puede desarrollar un paciente después de contraer la enfermedad. Podría permanecer latente en el cuerpo, como la varicela, o convertirse en una infección crónica, como la hepatitis B. En el mejor de los casos, la COVID-19 puede comportarse como otros coronavirus y ser una enfermedad aguda única.

A medida que el virus se propaga por todo el país, los científicos se enfrentan a un dilema preocupante: ¿Se recuperarán por completo los pacientes que sufrieron los síntomas más graves, incluso si lleva varios meses, o será permanente el daño a sus órganos?

Aunque sigue siendo un misterio, esto es lo que sabemos sobre la recuperación posterior a la COVID-19 de los pacientes más enfermos:

Pulmones:

Si bien el virus puede alojarse en diferentes partes del cuerpo, prefiere atacar a los pulmones en primer lugar. El Dr. Alvarez llama a todo el sistema respiratorio “el portal de entrada” para el virus. Las autopsias de pacientes con COVID-19 muestran que los pulmones de los pacientes fallecidos generalmente se vuelven irreconocibles, y el virus destruye la “arquitectura pulmonar”. Este tipo de impacto destructivo ha causado problemas a quienes sobreviven. El ejemplo más notable es la joven que recibió un trasplante doble de pulmón en Chicago después de recibir asistencia mecánica respiratoria durante dos meses.

Por lo general, la COVID-19 afecta los pulmones al causar neumonía o, en el peor de los casos, síndrome de dificultad respiratoria aguda o SDRA, dice el Dr. Alvarez. Con la neumonía, los pacientes pueden tener problemas para respirar ya que los pulmones se llenan de líquido y se inflaman. Esto puede ser lo suficientemente grave como para requerir oxígeno o asistencia mecánica respiratoria. La neumonía relacionada con COVID-19 parece infectar ambos pulmones, lo que lo hace aún más peligroso.

El SDRA se desarrolla cuando el líquido se escapa de los vasos sanguíneos del pulmón hacia los alvéolos. Esto, a su vez, puede provocar insuficiencia pulmonar porque los pacientes no pueden respirar por sí mismos. El SDRA puede ser fatal, y aquellos que sobreviven tienden a tener daño pulmonar permanente.

Si bien la comunidad científica aún no tiene suficiente información de seguimiento sobre el daño pulmonar causado por la COVID-19 en sí, el Dr. Alvarez dice que los neumólogos se guían por los modelos de pacientes con neumonía después de haber estado en a la unidad de cuidados intensivos (UCI). Sospecha que las exploraciones por tomografías computarizadas (TC) mostrarán cicatrices pulmonares en el futuro, pero la gravedad probablemente variará. Incluso sin SDRA, “sabemos que los pacientes continuarán sintiéndose muy fatigados y tendrán dificultad para respirar por un tiempo”, agrega. “Es muy importante que los pacientes continúen recibiendo atención de un neumólogo o médico de atención primaria”.

En tales casos, recomienda la rehabilitación pulmonar, un programa de ejercicio supervisado médicamente, técnicas de respiración y educación para la salud.

Corazón y sistema cardiovascular:

La COVID-19 se considera una enfermedad respiratoria, pero los cardiólogos han notado que también puede dañar el corazón. El Dr. Robert Myerburg, un electrofisiólogo cardíaco de UHealth, dice que algunas infecciones virales pueden afectar el corazón a largo plazo como resultado de dejar parte de su ADN viral, lo que podría causar daño cardíaco continuo. Esto es diferente del daño viral agudo o crónicamente activo asociado con la inflamación. Pero “en este momento, tan temprano [en la pandemia], hay muchas cosas que no sabemos sobre este virus, y hay información significativa limitada en la bibliografía. Todavía estamos preguntando: ¿qué tan malo es y cómo avanzará?”.

El Dr. Myerburg cree que muchos problemas cardíacos relacionados con la COVID-19 son “secundarios” a los problemas pulmonares, pero los efectos son graves en nuestro corazón y sistema cardiovascular, lo que ocasiona una variedad de afecciones, desde insuficiencia cardíaca hasta problemas de ritmo cardíaco y coagulación. También hay evidencia emergente con respecto a las infecciones directas por coronavirus en el corazón. Para satisfacer las necesidades de pacientes con problemas cardíacos secundarios a la afectación pulmonar, así como aquellos con infección cardíaca directa debido al coronavirus, UHealth ha lanzado el COVID-19 Heart Program (Programa cardíaco de la COVID-19).

Los cardiólogos de UHealth calculan que aproximadamente un tercio de sus pacientes con coronavirus desarrollan miocarditis, una inflamación del músculo cardíaco que reduce la capacidad del órgano para bombear sangre. Además de las arritmias, un paciente puede sufrir dolor en el pecho, dificultad para respirar y fatiga.

Los médicos también están notando casos de coagulación anormal, incluidos aquellos en vasos grandes, como trombosis venosa profunda en las piernas y los pulmones, y coágulos más pequeños en vasos más pequeños en múltiples órganos. Un coágulo puede causar accidentes cerebrovasculares, bloqueos pulmonares y ataques cardíacos, lo que a veces ocasiona la muerte. ¿Qué es lo más preocupante? Que esta coagulación inusual ocurre incluso mientras los pacientes toman anticoagulantes. Aun así, se necesita mucho trabajo para comprender si los problemas cardiovasculares desaparecerán o continuarán.

“El seguimiento de estos pacientes durante un período es lo que tenemos que observar”, concluye el Dr. Myerburg. “En este momento, nos estamos poniendo al día”.

Un último punto es que los pacientes que tienen infección por coronavirus siguen siendo susceptibles a las enfermedades comunes que afectan el corazón, como la formación de placa en las arterias del corazón. Por lo tanto, los pacientes no deben ignorar los síntomas comunes de la enfermedad coronaria por preocupación o por centrarse en la COVID-19.

“No queremos perder de vista los síntomas de un ataque cardíaco tratable”.

Riñones:

Los primeros informes sugieren que hasta el 30 % de los pacientes hospitalizados por coronavirus presentan daño renal de moderado a grave. Muchos de ellos ya padecían afecciones, como diabetes y presión arterial alta, que los hacen más susceptibles a la enfermedad renal.

“Pero incluso en ausencia de enfermedad renal subyacente, los pacientes con COVID-19 grave pueden presentar insuficiencia renal aguda y requerir diálisis”, dice Oliver Lenz, M.D., un nefrólogo de UHealth.

Hay muchas maneras en que el virus puede causar daño renal. El virus puede infectar las células renales y dañarlas directamente, o el daño podría surgir por tener muy poco oxígeno. Además, se pueden formar coágulos de sangre en los pequeños vasos dentro del riñón, o las citocinas pueden dañar el órgano. “Algunas personas, principalmente aquellas que requieren admisión a una unidad de cuidados intensivos, necesitan diálisis”, afirma el Dr. Lenz, “y no sabemos cuántas recuperarán la función renal”.

Aunque hay “mucho que aún no sabemos” sobre el virus, los nefrólogos sí entienden las consecuencias devastadoras del daño renal. “Sabemos que los pacientes con una enfermedad crítica que desarrollan insuficiencia renal en el hospital viven vidas más cortas y tienen una mayor probabilidad de padecer enfermedad renal crónica, accidentes cerebrovasculares y ataques cardíacos”, señala el Dr. Lenz. “Por lo tanto, la enfermedad renal es un problema grave en pacientes con COVID-19”.

Tubo digestivo:

La COVID-19 a veces se presenta con dolor abdominal y diarrea, así como náuseas y vómitos y pérdida del apetito. En un estudio, los problemas gastrointestinales no fueron tan frecuentes como los síntomas respiratorios y cardíacos, pero parecieron durar más de lo esperado, ya que un 10 % de los participantes informó que todavía tenían diarrea durante las tres semanas en las que se les hizo el seguimiento. Sin embargo, el estudio fue pequeño y no fue revisado por expertos.

Si bien hay pocos datos sobre problemas gastrointestinales de larga duración, los médicos advierten que los pacientes con afecciones digestivas crónicas, como cánceres digestivos, enfermedad inflamatoria intestinal (EII) y enfermedades hepáticas, podrían ser más vulnerables al coronavirus.

Cerebro y sistema neurológico:

Así como la COVID-19 daña otros órganos, los científicos descubrieron que el virus también puede causar problemas neurológicos, desde convulsiones hasta alucinaciones y confusión mental. Esto podría ser el resultado de la falta de oxígeno o las secuelas de la tormenta de citocinas cuando el sistema inmunitario del cuerpo reacciona de forma exagerada al virus.

Los informes citan casos de síndrome de Guillain-Barré, una afección que puede provocar parálisis temporal, así como mareos, dolores de cabeza, pérdida temporal del olfato y el gusto, nerviosismo y confusión. Sin embargo, no hay datos sobre si dichos síntomas, rastreados durante el curso de la enfermedad, serán permanentes.


Ana Veciana-Suárez, columnista invitada

Ana es una colaboradora habitual de University of Miami Health System. Es una autora y periodista reconocida, que trabajó en The Miami Herald, The Miami News y The Palm Beach Post. Visite su sitio web en anavecianasuarez.com o sígala en Twitter a través de @AnaVeciana.

Tags: enfermedad renal

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