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El poder curativo del contacto humano

7 min read  |  noviembre 30, 2022  | 
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¿Es usted de esas personas a las que les gusta tocar a los demás? Las investigaciones muestran que dar y recibir contacto físico tiene el poder de curar más que un corazón roto.

Investigadores de la University of Miami realizaron más de 100 estudios que demuestran que el contacto piel a piel seguro y consensuado favorece la salud física, emocional y mental. Un pequeño estudio reciente llevado a cabo por investigadores en Alemania descubrió que las mujeres que abrazaban a sus parejas experimentaban una disminución inmediata en sus niveles de estrés. Sin embargo, los beneficios del contacto físico van mucho más allá de sentirse reconfortado.

¿Qué puede hacer el contacto por usted?

Tiffany Field, Ph.D., ha estado estudiando y promoviendo los efectos del contacto humano durante décadas. Antes de la pandemia de COVID-19, ella y sus colegas descubrieron que los masajes, junto con la atención médica convencional, pueden ayudar a aliviar los síntomas de afecciones que van desde la ansiedad, la depresión, el autismo y la anorexia, hasta el dolor causado por quemaduras, esclerosis múltiple, fibromialgia y cefaleas.

“El contacto puede disminuir el ritmo cardíaco y las ondas cerebrales”, dice ella. “Esto, a su vez, relaja y ralentiza todo el sistema nervioso”.

Los efectos del contacto pueden tener un impacto positivo en muchos aspectos de la experiencia humana a lo largo de todas las etapas de la vida.

“Los recién nacidos se sienten reconfortados al estar en contacto con la piel de sus padres”, afirma la Dra. Field. “Esto continúa siendo así con las personas mayores, quienes se alegran cuando la gente los toma de la mano o les da palmaditas en la espalda”.

Los investigadores han descubierto que el contacto físico seguro, como los masajes y los abrazos firmes y prolongados, pueden provocar lo siguiente:

  • aumento del crecimiento en bebés prematuros
  • disminución del dolor (para personas con afecciones como quemaduras, fibromialgia y VIH)
  • disminución de los síntomas autoinmunes (p. ej., aumento de la función pulmonar en personas con asma y disminución de los niveles de glucosa en personas con diabetes)
  • mayor estado de alerta (p. ej., un electroencefalograma que mide la actividad cerebral mostró un patrón de estado de alerta)
  • reducción de la agresión física en los niños
  • mejoras en el sueño

“Hicimos un estudio sobre las migrañas donde los participantes aprendieron a masajear el tendón del cuello ubicado en la base de la nuca”, cuenta la Dra. Field. “Pudimos reducir los dolores de cabeza en un 58 %”.

La terapia de masajes también puede mejorar la función inmunológica.

“Observamos esto en investigaciones sobre pacientes con VIH y cáncer”, dice. “Nos sorprendió el aumento en el recuento de los linfocitos citolíticos espontáneos (la primera línea de defensa de nuestro sistema inmunológico) que protegen de las células bacterianas, virales y cancerosas”.

Un masaje también puede contribuir a mejorar la función cognitiva.

“Los niños con trastorno por deficiencia de atención e hiperactividad (TDAH), por ejemplo, están más atentos después de un masaje”, afirma. “Los adultos que reciben un breve masaje en una silla se desempeñan mejor en los cálculos matemáticos”.

¿Qué pasa cuando nos tocan?

“Los efectos positivos de la terapia de masaje se derivan del movimiento de la piel y la estimulación de las células receptoras de presión que están debajo de ella”, cuenta la Dra. Field. “Cuando la piel se mueve, aumenta la actividad del nervio vago”.

El nervio vago es parte del sistema nervioso parasimpático del cuerpo, responsable de funciones involuntarias como la digestión, la frecuencia cardíaca y el sistema inmunitario. La estimulación del nervio vago puede desencadenar una mayor atención física y mental (mejorando el estado de alerta cognitivo) y reducir la respuesta del cuerpo al estrés.

Esta respuesta al contacto y al movimiento de la piel disminuye la frecuencia cardíaca, la presión arterial y el cortisol (la hormona que se libera al experimentar estrés y dolor) mientras aumenta la oxitocina (una hormona que se libera durante los momentos de conexión humana asociada con sentimientos de empatía y confianza).

“También hemos aprendido que el masaje aumenta la serotonina, por lo que puede ayudar a las personas con depresión”, afirma la Dra. Field. “La serotonina es un neurotransmisor analgésico. Si puede disminuir el cortisol, puede aumentar la serotonina, la defensa natural del cuerpo contra el dolor”.

¿Qué tipos de contactos son beneficiosos?

Los investigadores descubrieron que un masaje de presión moderada es más efectivo que el frotamiento ligero de la piel para estimular respuestas significativas en el cuerpo y el cerebro. Esto es especialmente cierto para los hombres.

“Los hombres suelen tener un umbral más alto para el contacto, probablemente debido a una mayor masa muscular o grosor de los pliegues de la piel”, cuenta la Dra. Field. “Requieren más presión para obtener respuestas equivalentes (como un abrazo de oso). Descubrimos que la presión moderada (mover la piel) es clave para los efectos de la terapia de masajes, incluso con bebés prematuros en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN). El contacto con una presión ligera es estimulante, mientras que una presión moderada es calmante”.

Para aquellos que no pueden permitirse masajes regulares, o que no pueden convencer a su pareja de que lo haga con la frecuencia suficiente, casi cualquier medio para mover la piel y las extremidades puede producir efectos similares.

El ejercicio puede darle el mismo tipo de estimulación que un abrazo, aunque falta el componente psicológico-emocional de tener ese intercambio íntimo con otra persona.

Tiffany Field

Pruebe hacer yoga/ejercicios de elongación, tai chi, recostarse en el piso y rodar de lado a lado, abdominales completos, abdominales cortos, nadar, andar en bicicleta y caminar (en los pies hay receptores de presión).

“Prácticamente cualquier actividad que mueva la piel podría producir efectos similares a los de la terapia de masajes”, afirma la Dra. Field. “Aprendimos que el yoga prenatal, por ejemplo, fue muy efectivo para reducir la depresión en las madres y la tasa de prematuridad y bajo peso al nacer”.

Para los que no les gusta que los toquen

“A los niños con autismo y las mujeres que han sufrido abusos sexuales por lo general no les gusta que los toquen, pero respondieron muy positivamente en nuestros estudios de terapia de masajes. Creemos que esto sucede porque la rutina del masaje, a diferencia del contacto social, es muy predecible”.

Para aquellas personas con aversión a ser tocadas por otras, “los automasajes, abrazarse a uno mismo, cepillarse con una esponja vegetal en la ducha y masajear a una mascota son formas de trabajar hacia la posibilidad de ser tocado. Si se siente incómodo frotando sus extremidades, use una pelota como una forma de automasaje o masajee su cuero cabelludo en la ducha.

Incluso lavarse las manos es una forma decente de masaje, siempre que mueva la piel y aplique una presión moderada sobre ella”.

Quien proporciona el masaje se beneficia tanto como quien lo recibe.

“Hicimos un estudio entre abuelos que masajeaban a sus nietos bebés y aprendimos que los abuelos también presentaron una reducción en los niveles de hormonas del estrés”, dice la Dra. Field. “Algo que los padres pueden hacer por sus hijos es darles caricias en la espalda y muchos abrazos cuando tienen la oportunidad.

Realmente no sabemos cuánto duran los beneficios de los masajes. Pero les sugerimos a las personas que, al igual que la dieta y el ejercicio, es posible que necesiten una dosis diaria de contacto físico”.


Dana Kantrowitz es colaboradora habitual del servicio de noticias de UHealth.


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