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Manipulación Genética. Podemos, pero ¿Debemos?

8 min read  |  mayo 14, 2019  | 
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Un análisis más profundo de las cuestiones éticas de los avances científicos.

En el último tiempo, las noticias de manipulación genética de científicos han sido furor en los canales de noticias. Con ellas, hubo una ola continua de especulaciones sobre los posibles milagros, y desastres, de lo que tal vez sea el avance biológico más revolucionario de las últimas dos décadas. En la actualidad, la mayoría de las personas tienen una opinión sobre la manipulación genética, sin saber realmente qué es o cómo funciona.

Para algunos, la manipulación genética es una técnica médica bien acogida que podría ayudar a erradicar muchas enfermedades.

Para otros, es simplemente un método peligroso e inmoral que si cae en las manos equivocadas, puede generar grandes problemas para la humanidad.

“Este no es un debate nuevo”, dice Rosario Isasi, una experta en derecho comparativo y ética sobre genómica del University of Miami Health System. “Durante los últimos 40 años o más, nos hemos hecho la siguiente pregunta: ¿qué debemos hacer en nuestra búsqueda para aliviar el sufrimiento humano?”.

Nuestra capacidad para utilizar las tecnologías genéticas como una “solución”, agrega, revive un viejo dilema.

“El hecho de que podamos hacerlo no significa que debamos hacerlo”.

La tecnología de manipulación genética permite a los científicos eliminar, insertar o reemplazar el ADN en un gen. Se trata de algo sumamente importante porque el ADN, ese ácido desoxirribonucleico de doble hélice que parece una escalera de caracol, es donde se almacena toda nuestra información genética. Las proteínas que se encuentran allí determinan el funcionamiento y desarrollo de nuestro cuerpo. Por lo tanto, poder cambiar esa información de alguna manera tiene muchas consecuencias, tanto físicas como éticas.

La familiaridad de la mayoría de las personas con la manipulación genética se relaciona con la tecnología más reciente de CRISPR-Cas9. CRISPR significa repeticiones palindrómicas cortas, agrupadas y regularmente interespaciadas (CRISPR, por sus siglas en inglés). Los científicos han podido diseñar una enzima denominada Cas9, que originalmente es un mecanismo de defensa en determinados tipos de bacterias, para que actúe como una tijera molecular y corte cadenas de ADN. El primer artículo científico sobre CRISPR se publicó a principios de 2013 y, desde entonces, se han utilizado enzimas bacterianas en el método para llegar a secciones específicas del ADN y cortarlas. El Dr. Jonathan Schatz, investigador de UHealth, y su equipo de científicos, por ejemplo, han utilizado las técnicas CRISPR para “cortar y pegar” cambios cromosómicos específicos en células sanguíneas madre. Estas células luego se trasplantan a ratones que eventualmente forman linfomas que los investigadores estudian.

Las técnicas CRISPR también se han utilizado en cultivos y mosquitos. Pero, antes de las técnicas CRISPR, existían herramientas de manipulación de genomas menos conocidas. El método de manipulación genética más antiguo es la tecnología de nucleasas con dedos de zinc (ZFN, por sus siglas en inglés). Desarrollada en la década de 1990, la tecnología de ZFN puede cortar completamente una secuencia de ADN original o eliminar y luego insertar una nueva secuencia de ADN en el lugar de la anterior. Otra tecnología de manipulación genética es la nucleasa de actividad similar a activador de transcripción (TALEN, por sus siglas en inglés). Al igual que la tecnología de ZFN, puede eliminar secuencias de ADN específicas o cortar y pegar nuevas secuencias.

Sin embargo, el descubrimiento de las técnicas CRISPR cambió el panorama, porque las técnicas CRISPR “son más flexibles, más precisas y más fáciles de usar que las otras tecnologías”, dice Isasi. “También son más asequibles, por lo que ha abierto el campo de acción” de la manipulación de genomas.

Y allí yace el problema.

¿Cómo se aplicará el potencial ilimitado de las técnicas CRISPR?

¿Se utilizarán solamente para modificar los genes que causan enfermedades o servirán para mejorar los genes y crear supercriaturas, incluidas las criaturas humanas? O lo que es peor: ¿caerán en manos de terroristas que luego podrían desatar un ataque biológico?

“Este es otro ejemplo de cómo la ciencia se aparta de la ética y el Gobierno”, explica el profesor Ken Goodman, fundador y director del Institute for Bioethics and Health Policy en University of Miami Miller School of Medicine. En otras palabras, el ritmo de experimentación con nuevas tecnologías sigue siendo más rápido que nuestra capacidad para anticipar las consecuencias.

Gran parte del debate actual acerca de la manipulación genética se ha centrado en la diferencia entre dos tipos de células. La manipulación genética de células en la línea germinal está relacionada con la modificación de genes que se heredarán. El nombre deriva de las células germinales, que incluyen los óvulos y espermatozoides que se combinan para formar un embrión. La manipulación de células somáticas, por otro lado, implica modificar los genes en las células que no se relacionan con la reproducción y, por lo tanto, no afectan la descendencia. Si bien en los Estados Unidos y muchos otros países, se restringe la manipulación de células en la línea germinal, esto no significa que los científicos no estén soprepasando los límites éticos en otras áreas.

El año pasado, un científico chino reveló que había utilizado la tecnología para crear un par de gemelas resistentes al VIH. El anuncio conmocionó al mundo porque era un principio aceptado que esta técnica no estaba lista para utilizarse en seres humanos.

“Esto sin duda no es un procedimiento autorizado y socava la confianza en la empresa científica”, señala Goodman.

En respuesta a este avance en China, los Institutos Nacionales de Salud (National Institutes of Health) y los mejores expertos en ciencia y ética de todo el mundo solicitaron una moratoria de cinco años a nivel internacional de la manipulación de células en la línea germinal humana. Poco tiempo después, un comité asesor de la Organización Mundial de la Salud recomendó el establecimiento de un registro central para la investigación de células genéticas germinales y somáticas (no hereditarias). El comité también sugirió que los financiadores de subvenciones exigieran que los investigadores se registraran antes de recibir dinero y que las revistas científicas se negaran a publicar estudios de investigadores que no estuvieran dispuestos a participar en este registro mundial.

Tanto Isasi como Goodman señalan que las pautas ya establecidas, algunas de las cuales se elaboraron para otras investigaciones revolucionarias, como los estudios sobre células madre embrionarias, pueden aplicarse a la manipulación genética. Goodman agrega que estas reglamentaciones pueden resumirse de la siguiente manera: reducir las enfermedades y el sufrimiento es algo bueno. La mejora, sin embargo, es completamente otra cosa.

“Si hacemos un experimento con seres humanos, tenemos que obtener el consentimiento de la persona”, dice Goodman. “Esto no sucedió [con las gemelas chinas] ni, técnicamente, con las generaciones que heredarán este cambio. No es posible obtener el consentimiento de personas que todavía no existen”.

Ambos expertos en ética de UHealth también coinciden en que es absolutamente esencial detenerse un instante para poder estudiar aún más las consecuencias potenciales, y posiblemente imprevistas, de la manipulación de genomas.

“No podemos avanzar hasta que tengamos los datos clínicos que indiquen con certeza cuáles son los riesgos y beneficios”, dice Isasi. Si bien no se logrará un consenso absoluto, los científicos deben establecer un “límite mínimo aceptable” que, de no ser legalmente vinculante, al menos lo sea moralmente, dice.

No hay ninguna autoridad mundial actual con la facultad para sancionar a los infractores. Sin embargo, no pierde las esperanzas.

En el año 2017, la Sociedad Americana de Genética Humana (ASHG, por sus siglas en inglés), junto con otras 10 organizaciones de todo el mundo, presentó una declaración de postura en la que recomendó que no se realizaran “manipulaciones de genomas que culminaran en embarazo humano” o manipulación de células en la línea germinal. Si bien apoyó los estudios in vitro de embriones y gametos humanos, solo lo hizo “con la supervisión y el consentimiento correspondientes de los donantes” y “para facilitar las investigaciones sobre las posibles aplicaciones clínicas futuras” de la manipulación de genomas.

La comunidad mundial se ha reunido para analizar otras cuestiones que eran importantes para el bienestar de todos, dice Isasi, incluidas las reglamentaciones sobre proliferación nuclear y una prohibición sobre las minas terrestres.

“Somos responsables del tipo de sociedad que queremos dejarles a las generaciones futuras”, dice.


Ana Veciana-Suárez, columnista invitada

Ana Veciana

Ana es una colaboradora habitual del University of Miami Health System. Es autora y periodista reconocida, que trabajó en The Miami HeraldThe Miami News y The Palm Beach Post. Visite su sitio web anavecianasuarez.com o sígala en Twitter a través de @AnaVeciana.

Tags: CRISPR, Ken Goodman, Rosario Isasi

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