Cómo preocuparse con inteligencia
Algunos afirman que preocuparse es como balancearse en una mecedora. Nos movemos mucho, pero no vamos a ninguna parte. Sin embargo, ¿quién no se preocupa? Es humano que consideremos los variados resultados de una situación determinada y, en ocasiones, nos detengamos en la peor parte.
“Todos nos preocupamos”, asegura Anthony Castro, Ph.D., psicólogo clínico matriculado de University of Miami Health System. “Es como cualquier otra emoción. Forma parte de nuestras vidas”.
Si no nos preocupáramos, podríamos pasar por alto riesgos y peligros reales. De hecho, agrega el Dr. Castro, la preocupación “dispara nuestros pensamientos y nos lleva a analizar. En muchos aspectos, es bueno para nosotros”.
Nos preocupamos porque, como seres racionales, pensamos que algo malo puede suceder, o sucederá, y queremos hacer algo para evitarlo. De alguna manera, inquietarnos, en silencio o en voz alta, nos da una sensación de control. Cuando nos preocupamos, tendemos a considerar diferentes escenarios, y esa línea de pensamiento puede presentarnos formas de resolver los problemas.
“Nos permite examinar un área en particular más a fondo y, luego, nos ayuda a encontrar soluciones y maneras de implementarlas”.
Algunas áreas de nuestra vida son fuentes de preocupación: dinero, trabajo, relaciones e hijos.
“En realidad, siempre hay motivos para preocuparse”, indica. “Ese es el sistema de alerta que nos ayuda a prepararnos”.
Pensar en nuestras preocupaciones puede ser un arma de doble filo. Se vuelve dañino cuando nos enfocamos demasiado en ello y durante demasiado tiempo, sin avanzar en la búsqueda de soluciones al problema que nos preocupa. La preocupación excesiva puede afectar nuestra salud física y mental. Cuando se apodera de nuestras vidas, cuando regularmente nos quita el sueño y nos aparta de las relaciones, la preocupación se convierte en ansiedad.
Los pensamientos negativos crónicos y exagerados socavan nuestra alegría y nuestra energía, pero también conducen a síntomas físicos, como problemas gastrointestinales, insomnio, dolores de cabeza, dificultad para concentrarnos y un malestar general que nos deja inquietos y sin rumbo.
Las personas pueden sentirse atascadas. Se preocupan, pero no analizan. No siguen avanzando en busca de soluciones.
Dr. Castro
Si bien los trastornos de ansiedad son relativamente frecuentes (más de 3 millones de casos al año sólo en los EE. UU.), la mayoría de nosotros puede aprender a controlar la preocupación.
En otras palabras, podemos usar algunas técnicas comprobadas para preocuparnos “de una mejor manera”.
Estas son las sugerencias del Dr. Castro:
- Acepte la preocupación. “No recomiendo que no se preocupe”, explica el Dr. Castro. “Es poco realista. La idea es no reaccionar de forma exagerada ante la preocupación y pasar a la búsqueda de soluciones”.
- Reduzca la cantidad de factores que le preocupan. Escribirlo ayuda a concentrar la energía y el esfuerzo en aspectos específicos.
- Limite su tiempo de preocupación. Dese un tiempo (y un lugar) fijo para preocuparse y, luego, deténgase. Continúe con sus tareas cotidianas.
- No pase inmediatamente a tratar de encontrar una solución. Pregúntese: ¿Requiere esta situación realmente una respuesta? Si es así, ¿con qué rapidez debo responder? “Algunas veces, lo mejor es esperar. Otras veces, la situación se resuelve sola y no tiene que hacer nada”, explica el Dr. Castro.
- Anote posibles soluciones para la situación problemática. Algunas veces, ver “soluciones” en blanco y negro le ayuda a comprender que un resultado determinado podría no ser tan malo como cree. También ayuda a distinguir entre qué es probable y qué es posible.
- Reconozca la incertidumbre como parte de la vida. Nadie lleva una existencia sin estrés y sin preocupaciones. ¿Y esos amigos sin preocupaciones? Lo más probable es que crecieran en una familia que modeló ese comportamiento o aprendieron a lidiar con las preocupaciones de una manera positiva.
- Distráigase con algo que disfrute, pero tenga en cuenta que esto sólo ayudará en el momento. “Una vez que termine la distracción”, señala el Dr. Castro, “la preocupación puede volver”. La distracción funciona como un respiro temporal, pero no es permanente.
- Busque ayuda cuando la preocupación interfiere en su vida cotidiana. Un entorno terapéutico proporciona un espacio seguro para que los que se preocupan constantemente entiendan el qué y el porqué de sus preocupaciones. La terapia también puede ayudar a una persona a diseñar soluciones para una situación específica y desarrollar habilidades de afrontamiento para lidiar con preocupaciones futuras.
Ana Veciana-Suárez es colaboradora habitual de University of Miami Health System. Es autora y periodista reconocida que trabajó en The Miami Herald, The Miami News y The Palm Beach Post. Visite su sitio web en anavecianasuarez.como sígala en Twitter: @AnaVeciana.
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