Las tasas de VIH están disminuyendo, pero Miami se sigue viendo muy afectada
Cuatro décadas después de que los primeros casos de VIH alarmaran al país, la prevalencia de este virus que ataca el sistema inmunitario ha disminuido más del 70 %. Un diagnóstico ya no es la sentencia de muerte que alguna vez fue, y ahora tenemos más de 1.2 millones de personas que viven con la enfermedad.
Sin embargo, esos logros médicos no se han distribuido por igual entre todos los grupos raciales y étnicos, ni siquiera en todas las áreas geográficas. Las comunidades de personas latinas y de raza negra siguen viendo una cantidad desproporcionada de nuevas infecciones y muertes, que a menudo derriba la tendencia descendiente por la que los científicos y defensores han luchado tanto a lo largo de los años.
Los afroamericanos, por ejemplo, tienen la tasa más alta de diagnósticos de VIH: 45 casos nuevos por cada 100,000 personas en la comunidad. Un valor aproximadamente ocho veces más alto que en el caso de las personas de raza blanca. Esos números se repiten entre los latinos, con una nueva tasa de incidencia cuatro veces más alta que la de las personas de raza blanca.
“En estas comunidades, sigue siendo una pandemia”, dice Hansel Tookes, M.D., M.P.H., experto en salud pública y enfermedades infecciosas de University of Miami Health System. “Se trata, realmente, de la primera pandemia que vivimos”.
Las personas de raza negra también soportan la carga del VIH de otras formas.
Representan alrededor del 40 % de los que viven con el virus, más que cualquier otro grupo racial. Además, casi la mitad de aquellos con diagnóstico de VIH que murieron en 2019 eran de raza negra. De hecho, los afroamericanos y las comunidades de ascendencia africana han mantenido la tasa de mortalidad ajustada por edad más alta a causa de esta enfermedad, a lo largo de los años.
En cuanto a los latinos, los hombres presentaron el doble de probabilidades de morir por la infección del VIH, comparados con los hombres de raza blanca no hispanos, mientras que las mujeres presentaron tres veces más probabilidades de muerte que las mujeres blancas no hispanas.
Miami-Dade es un condado especialmente afectado.
Miami tiene la dudosa distinción de encabezar la lista de nuevas infecciones por cada 100,000 habitantes. Florida ocupó el tercer lugar en nuevas infecciones por persona, detrás del Distrito de Columbia y Georgia. En cuanto al total de nuevos diagnósticos de VIH, el estado afirmó tener el primer lugar, con 4,387 casos. Solo California (con 4,354) y Texas (con 4,302) se acercaron.
¿Por qué?
“Las respuestas son complejas”, dice el Dr. Tookes, quien ha dedicado su carrera a combatir el virus y brindar tratamiento a las comunidades afectadas. “Es muy difícil encontrar una sola respuesta”.
Florida no es tan diferente de sus vecinos del sur, agrega. El Sur representó más de la mitad de los diagnósticos de VIH en 2019, lo que subraya los numerosos factores que influyen no solo en los casos nuevos, sino también en las tasas de mortalidad. La pobreza, el acceso a la atención médica y los vestigios del racismo estructural continúan afectando a las comunidades minoritarias de manera desigual.
“En muchos casos, nuestros pacientes tienen prioridades más importantes, como simplemente sobrevivir”, dice el Dr. Tookes.
Cuenta que, cuando recién se había recibido de médico, conoció a una paciente que no seguía su tratamiento porque debía tomar los medicamentos con la comida. No tenía dinero para comprar provisiones.
Es más, el vínculo del VIH/SIDA con la homosexualidad continúa creando un “profundo estigma” entre estos grupos étnicos y raciales, en particular entre los nuevos inmigrantes. Esta vergüenza infundada a menudo sirve como un obstáculo para someterse a pruebas y tratamientos.
“Entre los pacientes que son hospitalizados, hay un porcentaje desproporcionadamente alto de inmigrantes negros o morenos”, señala el Dr. Tookes.
Es más, en Miami-Dade, “tenemos una alta tasa de consumo de sustancias adictivas y una dinámica comunidad gay que juega un papel enorme en los casos”. Aun así, el Dr. Tookes dice que el estándar de las pruebas y la atención de los pacientes con VIH ha mejorado de manera considerable a lo largo de los años.
Si bien las tasas de mortalidad aumentaron durante la década de 1980, y alcanzaron su punto máximo en 1995, las muertes se han reducido en más del 80 % desde entonces. Estas noticias positivas pueden atribuirse al uso del tratamiento antirretrovírico, o ART. Pero incluso este tratamiento salvador ha debido sortear obstáculos. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (Centers for Disease Control and Prevention, CDC) estiman que alrededor del 87 % de todos los casos de VIH son diagnosticados, pero solo el 66 % recibe atención médica.
“Solía ser muy difícil acceder a la atención”, recuerda el Dr. Tookes, “pero ya no es así”.
“Uno puede empezar allí mismo en la clínica, ni bien recibe el diagnóstico”.
Sin embargo, menos minorías reciben tratamiento. Señala que, entre los pacientes latinos y de raza negra, incluso ser visto en una clínica puede ser un obstáculo. “Hay mucho miedo a la divulgación. No quieren que los demás sepan”.
Los médicos de UHealth, sin embargo, son líderes en llegar a estas comunidades y brindarles tratamiento. Cuando estudiaba medicina en Miller School of Medicine, el Dr. Tookes presionó a la legislatura de Florida para que aprobara una ley que permitiera a los consumidores de drogas cambiar agujas usadas por agujas nuevas. Era una forma de combatir la transmisión del VIH entre los grupos de riesgo. El programa se lanzó en 2016 y se conoce como IDEA Exchange, o programa de intercambio conforme a la Ley de Eliminación de Enfermedades Infecciosas (Infectious Disease Elimination Act, IDEA). En estos días, las personas que recibieron el diagnóstico de portadores del VIH a través del programa de intercambio de agujas pueden recibir tratamiento en la clínica, en la unidad móvil o en casa.
“Con el VIH, nunca es demasiado tarde para empezar”, agrega.
“Incluso cuando los pacientes se presentan en una etapa posterior, podemos ayudarlos. Pueden mejorar”.
Hace poco, el Dr. Tookes recibió un Premio Avenir por $2.3 millones durante cuatro años. La subvención del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas apoyará su innovador proyecto de investigación, “Reducción de daños a distancia para la rápida iniciación de antirretrovirales en personas que se inyectan drogas: Un ensayo aleatorio controlado”. Este estudio aleatorizado involucrará centros en Miami y Tampa y “podría cambiar el tratamiento estándar para las personas que se inyectan drogas”, una población marginada.
El Dr. Tookes también destaca el trabajo de sus colegas, Allan E. Rodríguez, M.D., profesor de medicina clínica en la División de Enfermedades Infecciosas, y Susanne Doblecki-Lewis, M.D., profesora asociada de medicina clínica y directora clínica de enfermedades infecciosas. El Dr. Rodríguez se enfoca en un proyecto de “Prueba y tratamiento” que brinda pruebas rápidas de detección del VIH a las personas potencialmente expuestas al virus, seguidas de un tratamiento inmediato si dan positivo. La Dra. Doblecki-Lewis ha colaborado con las camionetas médicas móviles “Game Changer” de Sylvester Comprehensive Cancer Center para brindar servicios de educación, pruebas y tratamiento en relación con el VIH a las personas en los “lugares críticos” de todo el condado.
“El profesorado de Miller está cambiando radicalmente la forma en que abordamos las pruebas y el tratamiento del VIH”, dice el Dr. Tookes. “No es solo en la ciudad, sino en el estado, en el país”.
Ana Veciana-Suarez, columnista invitada
Ana es colaboradora habitual de University of Miami Health System. Es una autora y periodista reconocida que trabajó en The Miami Herald, The Miami News y The Palm Beach Post.
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Tags: Dr. Allan E. Rodriguez, Dr. Hansel Tookes, Dra. Susanne Doblecki-Lewis, enfermedad infecciosa, SIDA, transmisión de la enfermedad, VIH