La estimulación cerebral profunda para el Parkinson puede cambiar la vida
La enfermedad de Parkinson es un trastorno del movimiento que ha confundido durante mucho tiempo a los neurólogos.
Suele comenzar con temblores y rigidez, pero puede progresar de forma tan inexorable que hace estragos en la salud física y mental del paciente. No hay cura conocida, pero los tratamientos controlan la enfermedad con distintos grados de éxito.
Uno de los tratamientos más prometedores es Estimulación cerebral profunda (DBS). En el Movement Disorders Center del University of Miami Health, la ECP proporciona alivio en un momento crítico de la vida del paciente.
“Ofrece esperanza y un rumbo por seguir para la calidad de vida cuando un paciente empieza a quedarse sin opciones”, afirma Jonathan R. Jagid, M.D., Director de Neurocirugía Funcional y Director Quirúrgico del Programa de Estimulación Cerebral Profunda del University of Miami Health System.
La ECP existe desde hace más de dos décadas.
La ECP ayuda con los síntomas físicos del Parkinson, pero no aborda las manifestaciones del estado de ánimo, como las alucinaciones, la depresión, los trastornos del sueño y el deterioro cognitivo.
El procedimiento suele recomendarse cuando la eficacia de los medicamentos, la primera línea de tratamiento, empieza a disminuir o cuando los efectos secundarios de esos fármacos provocan complicaciones.
“El tratamiento inicial [para el Parkinson] son los medicamentos”, añade el Dr. Jagid, y pueden funcionar muy bien durante un tiempo. No obstante, alrededor del 50 % de los pacientes comienzan a tener problemas a los cinco años de su enfermedad”.
Entra en escena la ECP, un procedimiento en dos fases.
En el primer paso, los neurocirujanos colocan electrodos en el cerebro, con imágenes en 3D y un avanzado software médico que ayuda a determinar la mejor ubicación. El paciente permanece despierto durante el proceso y el neurocirujano puede pedirle que mueva los brazos o las piernas para guiar la implantación.
El segundo paso consiste en colocar una batería generadora de impulsos bajo la clavícula o en el abdomen para proporcionar las cargas eléctricas a los electrodos del cerebro.
Este procedimiento se realiza bajo anestesia general. El neurólogo puede entonces manejar la estimulación por control remoto según sea necesario.
“Es como un marcapasos para el cerebro”, afirma el Dr. Jagid.
“Engaña al cerebro para que piense que hay dopamina”. La dopamina es una sustancia química del cerebro, o neurotransmisor, que ayuda a mover las señales eléctricas a través del cerebro. Las personas con Parkinson tienen niveles bajos de esta sustancia química. Aunque no está claro por qué ocurre esto, cuanto más bajo sea el nivel de dopamina, más síntomas del trastorno presentará el paciente.
Los riesgos del procedimiento de ECP son mínimos, añade el Dr. Jagid, y los efectos pueden ser casi inmediatos. Sin embargo, suelen ser necesarios de dos a cuatro meses para optimizar el envío de las cargas eléctricas al cerebro.
Hace poco, los neurocirujanos del Movement Disorders Center han utilizado un dispositivo de ECP que puede ajustarse a distancia desde el consultorio del médico mediante señales de video codificadas y una conexión Bluetooth con el teléfono inteligente del paciente.
Si bien el procedimiento de ECP puede realizarse en varios centros del estado, el Movement Disorders Center de UHealth es el líder, ya que cuenta con un programa de investigación integral y la operación clínica de mayor duración en el sur de Florida.
El equipo multidisciplinario del centro ha realizado más de 1,100 implantes.
Es más, como un Centro de Excelencia de la National Parkinson’s Foundation, los médicos-científicos de UHealth realizan pruebas clínicas sobre nuevos dispositivos para los tres fabricantes de ECP: Abbott, Boston Scientific y Medtronic.
La ECP también se utiliza para tratar otros trastornos del movimiento, como el síndrome de Tourette y la distonía (contracciones musculares involuntarias que provocan movimientos repetitivos o de torsión).
Los expertos en ECP de UHealth también han trabajado con el Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento para tratar los trastornos obsesivo-compulsivos. El Dr. Jagid ha unido fuerzas con el Miami Project to Cure Paralysis (Proyecto de Miami para curar la parálisis) para implantar dispositivos de ECP que ayuden a los pacientes con lesiones medulares.
Si bien algunos pacientes con ECP pueden seguir necesitando medicamentos para controlar sus síntomas, la toma diaria de estos fármacos (y sus efectos secundarios) puede reducirse hasta en un 50 %, afirma el Dr. Jagid. Es más, a medida que los pacientes dejan de tomar los medicamentos, pueden aumentar los síntomas entre dosis, por lo que la ECP trata estos síntomas de manera constante y evita las fluctuaciones.
Ana Veciana-Suarez, columnista invitada
Ana colabora de forma habitual con el University of Miami Health System. Es una autora y periodista reconocida que trabajó en The Miami Herald, The Miami News y The Palm Beach Post. Visite su sitio web en anavecianasuarez.com o sígala en Twitter: @AnaVeciana.
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Tags: Dr. Jonathan Jagid, enfermedad de Parkinson, estimulación cerebral profunda